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El Mercurio de Valparaíso, 19 Septiembre 1973, pag. 9

Encarcado en una suerte de metáfora higienista, la instalación de la dictadura civico-militar en Chile fue denominada “Operación limpieza y corte” y de esta manera fue difundida profusamente por los medios de comunicación. Su propósito fundamental fue desmantelar el proyecto socio-político-cultural de la Unidad Popular en distintos niveles. Esta operación se extendió hacia la sociedad chilena en su conjunto y hacia múltiples manifestaciones socioculturales, incluso aquellas más cotidianas, abarcando un amplio repertorio de medidas, desde las acciones más extremas; atentados contra la integridad física y el derecho a la vida—muerte, tortura, encarcelamiento, exilio— hasta allanamientos generalizados a instituciones, comercios, establecimientos educacionales, industrias, viviendas particulares, despidos en oficinas públicas, universidades, quemas y requisas de libros, limpieza de muros, cortes de barba y pelo, cambios de nombre de calles, villas y escuelas, entre otros. Esta Operación fue implementada con el fin de modificar los patrones culturales para contribuir desde ese ámbito a la instalación a posteriori del modelo neoliberal y la hegemonización de la sociedad en función de ese modelo como único sentido común, como único horizonte posible. Así se representó simbólicamente (y materialmente), por una parte, la “desinfección” del pasado marxista y, por otra, la instauración de una noción militarizada de la estética cotidiana, caracterizada por rasgos tales como la depuración, el orden y la restauración fervorosa de los símbolos patrios. Específicamente la nota de prensa en cuestión asimila la busqueda de armas con “recursos de propaganda marxista”.

Colección Libros Destruidos y Prohibidos en Dictadura 
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